Como quizás sepas, vivo en Praga y dos veces al año viajo a México. Cada vez sufro del famoso jetlag (o disritmia circadiana). No nos detengamos a enumerar sus detestables síntomas, resultado de la alteración en la secuencia de los ritmos circadianos producida por atravesar varias regiones horarias, como podemos leer en Wikipedia.
¿Ritmos circadianos? Sí, las oscilaciones en las variables biológicas en intervalos regulares de aproximadamente 24 horas (circa – alrededor), observables en todos los seres vivos de la Tierra (esto me parece increíble).
La alternancia del ciclo de sueño y de estar despiertos, la digestión, el control de la temperatura corporal, el estar aletargados o atentos, capaces o no de concentrar nuestra atención, todo en un constante equilibrio cíclico al estilo de la rueda de la fortuna en la feria local. Lo que es seguro siempre es que lo que baja volverá a subir, al menos que el motor de la noria deje de funcionar (y cuando esto suceda ya no te preocupará nada más).
Igualito pasa con nuestro nivel de conciencia. Arriba, el viento te despeina juguetón mientras observas el amplio horizonte; abajo, la velocidad pareciera aumentar y las cosas se ven de mayor tamaño. Ambos estados forman parte de nuestros ritmos circadianos. Por eso, cuando te llegue un jetlag, no te desesperes, dale tiempo al ajuste natural. El ascenso es inevitable.
Dos letritas chiquitas
Estuve explorando el curioso ámbito de la negación. El no hay, no tengo, no puedo, no es como quiero, no entiendo, no me gusta, no soy tal y cual, etc. Un vacío que se refiere a la inexistencia y que, paradójicamente, nos absorbe tanta energía. Y no hablemos de la negativa o el rechazo de alguien que, cuando le ofrecimos algo, no lo aceptó, básicamente porque desconocía su valor o no le interesaba. Pero nos lo tomamos personal y sufrimos. Un simple no, dos letritas chiquitas, a las que les asignamos tanto poder.
Me di cuenta y quiero ver más. Cada vez que me encuentre con un no mirarlo con curiosidad y hasta alegría. No vino, no alcanzó, no hubo, no me gustó y no me alegró, pero ahora sí, jaja. Algo me dice que al dejar de concederle poder, inevitablemente liberaré el espacio para que el sí y la existencia de lo que es se me presenten más pura y claramente. ¿Te apetece explorarlo también?